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Zordán celebró sus cinco años de obispo en una fiesta patronal

Con una misa en la iglesia Nuestra Señora Luján, monseñor Héctor Zordán, celebró esta noche sus cinco años al frente de la diócesis de Gualeguaychú, y paralelamente fue parte del primer aniversario de la parroquia Visitación de María, comunidad que además de Luján integran NS de Fátima y San José Obrero.


“Este, para mí, es un día de fiesta” dijo Zordán al comienzo de su homilía, al referirse a su presencia en Gualeguaychú, y a su ministerio como obispo.


“Esta mañana cuando hacía mi oración recordé el día cuando el Nuncio me comunicó de parte del Santo Padre que me había designado obispo de la diócesis. Yo conocía poquito de acá. Conocía alguna ruta, conocía Victoria, por la Abadía. Pero como no conocía demasiado fui a Google. Ahí vi cuántas parroquias eran, cuantas comunidades, pero sobre todo encontré la oración que ustedes rezaban en todas las comunidades pidiendo por el nuevo obispo” dijo Zordán.


Y agregó “desde ese día yo comencé también a rezarla, porque me pone en sintonía con lo que ustedes le pedían a Dios del nuevo obispo, para así intentar responder lo mejor posible a lo que esperaban”. Así, “vuelvo a a pedirle a Dios que me de ese corazón de pastor que pedían” indicó.


En otro tramo del discurso, Zordán recordó a Monseñor Luis Eichhorn, recientemente fallecido, a quien calificó como “un hombre sencillo, de perfil bajo, un buen hombre, y por sobre todo un hombre de Dios”.


Zordán destacó el amor de Eichhorn por la Iglesia, por la evangelización y la catequesis. “Echhorn no solo insistió en la catequesis en nuestra diócesis sino también en toda nuestra patria; de hecho él fue elegido en algún momento presidente de la Comisión Episcopal de Catequesis. Desde ese lugar, desde esa misión, animó la tarea catequística en toda nuestra patria” señaló.

En el contexto del Evangelio, el obispo de Gualeguaychú dijo que “cuando nosotros miramos a María, ella siempre nos señala a Jesús. En estos días ella nos está señalando a Jesús muerto y resucitado. Creo que a medida que van pasando estas semanas (…), se va como diluyendo el sentido de la fiesta de Pascua. Es como si los domingos fueran adquiriendo cierta normalidad” explicó.


“Creo que la cosa debe ser al revés. A medida que vamos caminando la Pascua y que vamos pasando semana a semana hasta llegar a esta fiesta de ascensión (…) , la fiesta tiene que ir adquiriendo plenitud, porque de hecho, la glorificación de Jesús en el cielo es eso: la plenitud de la Pascua” sostuvo.


Zordán indicó luego que “Jesús murió y resucitó para ser glorificado a la derecha del Padre, para entrar en el ámbito de Dios, en la esfera divina de donde Él había venido. Para eso murió y resucitó. Por eso hoy seguimos celebrado. Celebramos este rostro particular del ministerio de la Pascua”.


“La palabra de Dios nos contaba -en dos oportunidades- el acontecimiento de la ascensión. Y lo cuenta como plenitud, como glorificación: Jesús murió y resucitó para ser glorificado junto al Padre. Hay algunos elementos simbólicos (…). Habla de 40 días. Dicen los que saben que ese número es simbólico. Representa el tiempo necesario que Dios se tomaba para hacer algo nuevo. En la ascensión y en la glorificación de Jesús, Dios quiso hacer precisamente algo nuevo. Ese cielo al cual Jesús se dirigió en la ascensión es el seno de Dios. Jesús resucitó para estar junto al Padre en plenitud y para siempre” añadió.


Más adelante, Zordán marcó la indicación de Jesús a sus apóstoles: “No se vayan de Jerusalén. Y les dice el motivo: dentro de pocos días recibirán la promesa del Padre. La promesa del Padre es el Espíritu Santo, que es el fruto más lindo y más grande de la Pascua. El Espíritu Santo los va a hacer testigos” dice Jesús. El Espíritu Santo los anima para predicar la salvación hasta que Jesús vuelva. Este es el tiempo que estamos viviendo nosotros”.


“La ascensión de Jesús resucitado al cielo tiene consecuencias para nosotros y para nuestra vida de Fe. La primera es que alguien de los nuestros ya está en plenitud en el cielo. Nuestra carne está resucitada en el cielo junto al Padre. Jesús es Dios, pero hecho hombre. Y como hombre comparte nuestra carne. Él ha llevado nuestra carne al cielo, resucitada y glorificada junto al Padre. Jesús ha abierto un camino, este camino que nosotros empezamos a transitar y que algún día vamos a transitar en plenitud, el camino a la Casa del Padre” dijo.


Para Zordán, “alguien de los nuestros ya está en el cielo en plenitud. Jesús resucitado sigue presente. Él se fue. Pero sigue estando y actúa en la Iglesia. Cuando nosotros celebramos los sacramentos, la eucaristía, celebramos la presencia de Jesús resucitado, presente en la vida de la Iglesia, que se mete en la vida de cada uno de nosotros para transformarla. Jesús resucitado se ha ido pero sigue estando con nosotros. Su presencia salvadora sigue actuando en medio de nosotros, en el seno de la Iglesia. Jesús, con su ascensión al cielo anticipa y comienza la misión de la Iglesia. Él se va, está ausente, pero hay una nueva presencia. Esa nueva presencia la realiza la Iglesia”.


“Cada vez que la Iglesia anuncia el evangelio es Jesús quien anuncia la palabra. Cuando la Iglesia celebra los sacramentos, es Jesús quien los celebra. Cuando la Iglesia está presente en el mundo, es Jesús quien bajo este signo de la comunidad de los creyentes está presente en medio del mundo. A nosotros, los creyentes, los discípulos de Jesús, la Iglesia, misteriosamente nos toca hacer esta presencia del resucitado en medio del mundo. Jesús está ausente pero esta misteriosamente presente de otro modo a través de la Iglesia. Esto es lo que estamos celebrando: la plenitud de la Pascua, celebrada en la ascensión y glorificación de Jesús” concluyó.





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