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Tres seminaristas recibieron el ministerio del lectorado

Tres seminaristas de nuestra diócesis recibieron el ministerio del lectorado en su camino de formación sacerdotal, en una celebración realizada en la capilla del Seminario María Madre de la Iglesia de Gualeguaychú el pasado viernes 19 de agosto.

La misa, presidida por Mons. Héctor Zordán, contó con una importante participación de familiares, amigos e integrantes de las comunidades de origen y de apostolado de los nuevos lectores.


Se trata de Ariel Gutierrez, Valentín Betancour y Juan Pablo Martinolich. Ariel es oriundo de Basavilbaso, tiene 26 años e ingresó al seminario en 2015. Valentín nació en 1996, es de la parroquia Ntra. Sra. de Lourdes de Gualeguaychú y comenzó su formación en 2016. Juan Pablo tiene 45 años, es de Gualeguaychú e inició sus estudios en 2018.

En su homilía, Mons. Zordán se refirió a las lecturas de la misa del día donde, luego de explicar la visión del profeta Ezequiel sobre los huesos secos que cobran vida, comentó que Dios nunca se deja ganar por el desaliento y la muerte. Hizo una analogía con el acontecimiento de Pentecostés donde el viento y el fuego, presentes en la profecía, nos muestran cómo el Espíritu se derrama en los apóstoles e impulsa a la Iglesia a salir a los pueblos para anunciar el Evangelio.


“El acontecimiento de Pentecostés es fundante de la acción misionera de la Iglesia y necesitamos mirarlo y renovarlo para recuperar fuerzas, crecer en vitalidad, fortalecer el entusiasmo y crecer en audacia misionera”, dijo Zordán.


A continuación, recordó en el pasaje bíblico donde Dios le dice al Ezequiel que el pueblo escuche la palabra del Señor. “La misión y la pasión del profeta es invitar a escuchar la Palabra de Dios” afirmó el obispo.


Esa misma pasión es la que debe tener todo discípulo y especialmente el ministro lector. Por animó a los nuevos lectores a asumir esa pasión, que debe estar expresada en el crecimiento de una espiritualidad bíblica, en el dinamismo evangelizador y a asumir tener una “eficacia técnica”, es decir, hacerlo de tal manera que, al ser proclamada la Palabra de Dios, no se pierda nada de lo que el Señor quiere decirnos.







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