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Toda la Iglesia en una comunidad evangelizadora

Mensaje de Mons. Héctor Zordán para el domingo 8 de mayo de 2022


Estamos celebrando por cuarta vez a Jesús muerto y resucitado en esta fiesta de la Pascua.

Es el domingo del Buen Pastor, en el que contemplamos y celebramos a Jesús, nuestro Buen Pastor resucitado. Nos conoce, nos hace escuchar su voz; nos guía y ofrece vida en abundancia. Es una oportunidad para celebrar también la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Un día para rezar por las vocaciones de especial consagración en la Iglesia. ¡Cuánto las necesitamos para seguir prolongando en nuestras comunidades la presencia de Jesús, Buen Pastor, en medio de su pueblo! Pero también, una oportunidad para volver a pensar en nuestra propia vocación. Darnos cuenta de que la vocación no es algo sólo para plantear a los hicos, a los adolescentes, a los jóvenes, sino que todos los cristianos tenemos que volver una y otra vez sobre nuestra propia vocación para poder vivirla con más intensidad.

El papa Francisco nos ha enviado un mensaje precioso para esta jornada. Nos habla de la misión de la Iglesia. La misión de la Iglesia es evangelizar, o sea, anunciar la buena noticia de Jesús a todos los hombres y hacer que nadie en el mundo se quede sin escuchar el anuncio del evangelio, sin conocer la persona de Jesús y sin poder optar por Él.

“Esta misión es posible –nos dice el Papa- haciendo que cooperen todos los ámbitos pastorales y más aún involucrando a todos los discípulos del Señor.”

La misión de la Iglesia no se puede llevar adelante si no nos comprometemos todos, desde el Papa hasta el último de los bautizados. El bautismo nos hace discípulos misioneros de Jesús, y en virtud del bautismo, cada uno de nosotros está llamado a ser misionero, apóstol y evangelizador.

Tenemos que profundizar en nuestra conciencia de que “toda la Iglesia es una comunidad evangelizadora”, y llegar a vivir nuestra propia vida con una dimensión vocacional.

El Papa también nos dice que si nosotros vivimos desde esa dimensión vocacional entraremos en un diálogo. Un diálogo con el Señor y con los demás que “nos hace ser cada vez más aquello que somos: en la vocación al sacerdocio ordenado, ser instrumento de gracia y de la misericordia de Cristo; en la vocación a la vida consagrada, ser alabanza de Dios y profecía de una humanidad nueva”; en el laicado, ser fermento de fe, de evangelio, de vida nueva, allí donde Dios nos ha sembrado: en casa, en el trabajo, en el vecindario, en los ámbitos de la política, de la cultura o la educación; “en la vocación al matrimonio, ser don recíproco y procreadores y educadores de la vida”.

El Santo Padre nos ha dejado como consigna para esta jornada, la preocupación por cultivar tres dimensiones, en esta nota característica de la sinodalidad de la Iglesia. Las dimensiones de la escucha: el escuchar a Dios que nos habla en la oración y en su Palabra, el escuchar a los demás, a través de quienes podemos identificar y descubrir la voz de Dios; la dimensión de la participación: el hacernos cargo, el formar parte; y la dimensión del compartir: haciendo camino juntos, viviendo la misma Fe, compartiendo el discipulado de Jesús y así vamos caminando como Iglesia.

Que para todos una linda semana la que comenzamos; que Dios los bendiga con abundancia



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