Al cumplirse un mes del fallecimiento del querido padre Humberto Benetti, hacemos público su testamento espiritual, como testimonio de su amor a la Iglesia y su legado de fe para toda nuestra diócesis.
Texto completo:
YO, HUMBERTO LUIS MARÍA BENETTI, en pleno uso de mis facultades, después de haber reflexionado sobre la muerte y la trascendencia de la vida, manifiesto mis últimos deseos. Agradezco a Dios profundamente el llamado a la vida, al cristianismo y al sacerdocio. (Nacimiento, Bautismo y Orden Sagrado) regalos de Dios y todas las gracias recibidas durante mi vida y en particular las de su misericordia.
Pido perdón a Dios por todos mis pecados. Pido perdón a la Iglesia por los males que le pude haber causado, por las veces que he escandalizado a alguien y sobre todo por todo el bien que pudiendo, dejé de hacer. Mi anhelo fue siempre servir a Dios en mis hermanos y servir a su Iglesia. “Me gastaré y desgastaré por el bien de las almas” y “a todas las cosas las tengo por basura con tal de ganarme a Cristo” de San Pablo, orientó y animó mi vida. Quise darlo todo, absolutamente todo al servicio de la Iglesia de Cristo y de los hombres.
Creo en la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica, instituida por Cristo y enviada al mundo para enseñar y santificar y hacerlo presente hasta el fin de los tiempos. Para cumplir su misión la Iglesia necesita también de medios económicos. Por eso, en memoria de mis padres, Pablo Alfonso Benetti y de María Luisa Chesini de Benetti, he destinado la parcela de tierra que heredé de ellos al Obispado de Gualeguaychú. Lo hice en nombre de mis hermanos, sobrinos y sobrinos nietos, a quienes quiero mucho como ofrenda a Dios, en agradecimiento por todas las gracias y bendiciones que ha concedido a nuestra familia. En agradecimiento sobre todo por el don de la Fe que hemos recibido de nuestros antepasados y que yo espero la sigan transmitiendo a las generaciones futuras, que es la mejor riqueza que le pueden transmitir. La Iglesia Diocesana sabrá aprovechar su renta para que muchos puedan ser beneficiados con el anuncio del Evangelio. Servirá de ayuda para el sustento económico de alguna Parroquia pobre, para algún sacerdote necesitado o enfermo, para las actividades pastorales ordinarias, catequísticas o misioneras, el sostenimiento del Seminario, obras de caridad, etc.
Que sirva de testimonio para que todo el pueblo cristiano tome conciencia de que todos hemos de colaborar dando, como dicen los Obispos, de nuestro tiempo, talentos y dinero para que la Fe que recibimos gratuitamente llegue a tantos hermanos nuestros hambrientos de Dios. Deseo que este bien no se venda y siempre se destine su renta a la Obra Evangelizadora de la Diócesis. Es un campo Sagrado, porque está ofrecido a Dios; su renta es sagrada porque está destinada a proclamar a nuestros hermanos, la Buena Noticia de la Salvación.
He recibido de niño el llamado de Dios a consagrar mi vida a Dios y a su pueblo en el ministerio sacerdotal. He tratado de ser fiel a su vocación, la he vivido con dedicación, entusiasmo y alegría y como dice San Pablo en 2 Tm. 4,6-8: “Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación y el momento de mi partida se aproxima: concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor como justo juez me dará ese día, y no solamente a mí sino a todos los que hayan aguardado su Manifestación.”
En mi tumba me gustaría esta inscripción: “LO QUE PROCLAMÉ EN MI VIDA COMO SACERDOTE. LO SIGO PROCLAMANDO DESDE AQUÍ. CREE EN JESUCRISTO, AMA Y ESPERA LA GLORIFICACIÓN ETERNA.”
Señor, te ofrezco mi vida por la conversión de los pecadores y la expansión de tu Reino en el mundo. GLORIA AL PADRE, GLORIA AL HIJO, GLORIA AL ESPÍRITU SANTO.
Santa María, Madre de Dios y Madre mía ruega por mí, pobre pecador y muéstrame a Jesús en la hora de mi muerte.
Pbro. Humberto L. M. Benetti
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