La Iglesia celebra este 4 de agosto el Día del Párroco, una fecha especial para quienes guían comunidades, a partir de su consagración al ministerio sacerdotal.
El presbítero Raúl Benedetti es párroco de la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús de Urdinarrain. Con casi 74 años y más de 40 de vida sacerdotal, Benedetti es parte de la historia de la Diócesis, a la que también reconoce como su casa. Vocación, servicio y un particular carisma para mostrar a Dios, convergen en la humanidad de este pastor. Benedetti ingresó al pre-seminario en el año 1960 cuando cursaba cuarto grado. Luego marchó al seminario de Paraná, y tras un año fuera continuó sus estudios en la Abadía de Victoria. El 15 de agosto de 1975 fue ordenado sacerdote en la Catedral de Gualeguaychú.
Raúl cuenta que los tres primeros años de sacerdote los vivió en Gualeguay, como vicario. Tras dos años en Maciá, fue párroco de Nuestra Señora de Luján en Gualeguaychú, y luego su ministerio continuó durante dos años en Rosario del Tala.
“Después pasé a Basavilbaso donde estuve seis años, llegué a Santa Teresita de Gualeguaychú, regresé a Victoria, fui párroco de Catedral y NS de Fátima en Gualeguaychú durante cinco años y ahora hace cuatro que estoy en Urdinarrain” relata sin fisuras.
Al referirse al rol del párroco, Benedetti afirma que “nosotros estamos al servicio de una comunidad que pre-existe. Tienen sus riquezas, matices o tradiciones. Por eso uno busca acomodarse para responder a las expectativas de ese pueblo o de esa comunidad. Uno siempre busca responder. No sé si al final se logra. Hay gente que se queda conforme y otra que espera siempre un poco más” dijo.
Sobre las vocaciones religiosas, Benedetti explicó que “antiguamente este campo se vivía con mucha intensidad y atención en las familias. Había una especie de anhelo en la familia para tener un hijo cura o una hija monjita” recuerda.
“El país no estaba tan poblado y eso hacía que el número de curas y monjas en promedio fuera mayor. Pero la población aumentó, y las familias son más chiquitas. Paralelamente, la respuesta a las vocaciones de consagración aparecen como bastante apagadas” reconoce.
No obstante, Benedetti destaca que “muchas cosas que antes solo hacían los curas hoy las hacen los laicos. Catequistas, dirigentes, ministros, consagrados dan testimonio de esa misma Iglesia. El pastor va acotando su trabajo a tareas más específicas como pueden ser los sacramentos”.
“A los 75 años los párrocos pueden renunciar a su oficio y pedirle al Obispo que nombre a otro sacerdote para uno seguir en otras tareas. Pero también se puede continuar. Yo no pienso en el futuro, a pesar de que ya estoy en el futuro mío” graficó.
“Tengo 74 años. El código dice que a los 75 hay que ir levantando el pie de acelerador. Veremos. Porque Francisco nos dio una lección. Empezó su papado a los 76 años, para trabajar –seguramente- muchísimo más. Ojalá yo pueda servir mucho más tiempo. Pero será Dios quien dispondrá de este deseo” concluyó.
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