El día viernes por la noche, en la Catedral San José de Gualeguaychú se celebró la ordenación diaconal de Juan Pablo Martinolich y Jonathan Ariel Gutiérrez.
La Eucaristía fue presidida por nuestro obispo Monseñor Héctor Zordán, acompañado de Monseñor Mauricio Landra, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Mercedes-Luján, anterior rector del Seminario Mayor Diocesano “María, Madre de la Iglesia”. Participaron sacerdotes, diáconos, seminaristas, candidatos al diaconado permanente, y gran cantidad de fieles de distintas comunidades de la diócesis. Al finalizar la celebración se compartió un ágape fraterno en el Club Dock Sud.
En su homilía nuestro obispo comentaba sobre el Año Vocacional Diocesano:
“En el corazón de este Año Vocacional diocesano somos convocados nuevamente por el Señor Jesús en ésta, que es la casa de todos en la Diócesis.
Nos ha convocado para hacernos un don: el de dos nuevos diáconos en camino al presbiterado. Este año ya tuvimos otros regalos de este tipo: la ordenación presbiteral de Maxi, la ordenación diaconal de Nico, la ordenación episcopal del P. Mauricio, y ahora este… Todos signo de su cercanía paterna, justo en este tiempo de gracia.”
Dirigiéndose a Juan Pablo y Ariel, casi al finalizar, les dijo:
“Ustedes están llamados a ser signo, en medio de nuestras comunidades, de la presencia de Jesús-Servidor. Ese es el carisma con el que serán revestidos la ordenación diaconal que están a punto de recibir. Y me gusta hablar de carisma porque esa condición de ser signo de Jesús-Servidor es un don de Dios para toda nuestra Iglesia diocesana, y como un faro que nos llama permanentemente al servicio como actitud evangélica.”
Te contamos más sobre los nuevos diáconos que continúan su preparación en camino al presbiterado:
Juan Pablo Martinolich nació hace 46 años en la ciudad de Gualeguaychú. Ingresó al seminario diocesano en el año 2018. En este momento se encuentra desarrollando su ministerio en la Parroquia Cristo Rey de la ciudad de Gualeguaychú.
Jonathan Ariel Gutiérrez, de 27 años de edad, nació en la ciudad de Basavilbaso. Ingresó al seminario el 8 de marzo del 2015. En este momento se encuentra desarrollando su ministerio en la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de la ciudad de Larroque.
Reviví la celebración:
Compartimos la homilía de Monseñor Héctor Zordán completa:
ORDENACIÓN DIACONAL
DE J. ARIEL GUTIÉRREZ Y JUAN P. MARTINOLICH
1 de diciembre de 2023
Iglesia catedral San José
LECTURAS BÍBLICAS
Jeremía 1,1.4-10
Salmo 70,1-4a.
Juan 13,1-15
En el corazón de este Año Vocacional diocesano somos convocados nuevamente por el Señor Jesús en ésta, que es la casa de todos en la Diócesis.
Nos ha convocado para hacernos un don: el de dos nuevos diáconos en camino al presbiterado. Este año ya tuvimos otros regalos de este tipo: la ordenación presbiteral de Maxi, la ordenación diaconal de Nico, la ordenación episcopal del P. Mauricio, y ahora este… Todos signo de su cercanía paterna, justo en este tiempo de gracia.
La Palabra de Dios que proclamamos nos hace intuir que continúa verificándose lo que aclamábamos al comienzo de este Año Vocacional: “en tu Palabra mi vocación”; “en tu Palabra nuestra vocación”.
La primera lectura nos recuerda la vocación de Jeremías: conocido, amado, soñado, elegido y llamado desde el vientre materno; desde antes de ser… De hecho, cada uno de nosotros, en nuestra propia vocación, también fuimos conocidos profundamente, amados misteriosamente, soñados, elegidos inmerecidamente y llamados desde antes de nacer. El Padre ya nos había pensado, había soñado con cada uno de nosotros, había encontrado un lugar en el mundo y en la Iglesia en el cual pudiéramos hacer nuestro aporte para construir la historia y hacer felices a los demás, y así, ser inmensamente felices.
Como Jeremías, también nosotros, más de una vez, sentimos que aquello a lo que se nos ha llamado y el don que se nos ha confiado nos queda grande y no estamos a la altura de las circunstancias. “Soy demasiado joven; no sé hablar” (Jr 1,6) repetía Jeremías. Nosotros habremos puesto tantas excusas o habremos encontrado tantos motivos para decir que no al llamado de Dios, y Él siempre repite la misma respuesta: “Yo estoy contigo”, o el “Yo estaré con ustedes” (Mt 28,20) de Jesús resucitado. Y tenemos la experiencia de que Él está, nos acompaña y no nos abandona…
Cuánto bien nos hace sentarnos a rezar con la Palabra de Dios, volver sobre estos relatos vocacionales para encontrar rasgos de nuestra propia vocación, ya sea cuando estamos abiertos en la búsqueda vocacional o cuando debemos consolidarla porque ya hemos optado y la estamos viviendo… Necesitamos escuchar a Dios que sigue hablándonos en su Palabra y nos ofrece nuevos motivos inspiradores para nuestra oración y para nuestro diálogo con Él.
En el relato del lavatorio de los pies durante la última cena, que nos hace presente el evangelio, podemos encontrar los rasgos propios del ministerio diaconal que ustedes, Ariel y Juan Pablo, asumirán a partir de hoy. Mirando este relato ustedes también pueden aclamar diciendo: “en tu Palabra, mi vocación”.
Es interesante ver cómo el evangelista Juan vincula el “amor hasta el extremo” (Jn 13,1) de Jesús –que después lo llevará a entregar su vida por la salvación de todos– con ese gesto que está a punto de realizar: arremangarse, atarse la toalla a la cintura, tomar el recipiente con agua y lavar los pies a los apóstoles, haciendo lo que normalmente hacían los sirvientes de la casa. Por eso debemos entender el de Jesús como un servicio realizado por amor, por un amor incomprensible, que lo llevará, incluso, hasta el extremo de dar la vida.
Este es el servicio tal como lo vivió Jesús y como se nos propone en el evangelio a los que queremos ser sus discípulos. Un servicio que no tiene su raíz en la concreción de un slogan, ni en decisiones voluntaristas, ni en una bondad o simpatía naturales, sino en la exigencia de sintonizar con los sentimientos, las actitudes, la conducta del Señor que se hizo Servidor en todo momento y hasta dar la vida. Para eso es necesario que en este tiempo de ejercicio del ministerio diaconal vayan configurándose con Jesús-Servidor: que se dejen transformar por la acción siempre nueva de la gracia y hagan el esfuerzo ascético por incorporar las actitudes del servicio hasta dar la vida, si fuera necesario, en la vida cotidiana.
Ustedes están llamados a ser signo, en medio de nuestras comunidades, de la presencia de Jesús-Servidor. Ese es el carisma con el que serán revestidos la ordenación diaconal que están a punto de recibir. Y me gusta hablar de carisma porque esa condición de ser signo de Jesús-Servidor es un don de Dios para toda nuestra Iglesia diocesana, y como un faro que nos llama permanentemente al servicio como actitud evangélica.
María, la discípula-servidora, a quien estamos celebrando en este mes dedicado a ella, los acompañe con su cercanía materna y les haga fácil el aprendizaje de la virtud evangélica del servicio.
Yo les agradezco inmensamente por haber acogido la llamada del Señor, haberse dejado cuestionar y haberle respondido afirmativamente cuando les hizo aquel primer llamado. Sientan como una responsabilidad la misión de ser signo de Jesús-Servidor en medio nuestro. Nosotros nos alegramos inmensamente con ustedes y por ustedes, y nos comprometemos a seguir acompañándolos en este camino vocacional con nuestra oración y nuestro afecto.
+ Héctor Luis Zordán m.ss.cc.
Obispo
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