Mis hermanos, seguimos compartiendo la alegría de la Pascua. Seguimos transitando este tiempo en el que celebramos y contemplamos a Jesús muerto y resucitado. Seguimos escuchando aquel Buen Anuncio que se repite una y otra vez en las comunidades: El que estaba muerto ha resucitado; ¡Él vive y nos quiere vivos!
En este clima de Pascua, quiero invitarlos a seguir profundizando el tema de la vocación y las vocaciones. Es un tema que necesitamos tenerlo cercano al corazón de los discípulos de Jesús, al corazón de los creyentes; un tema que sería bueno recuperar en nuestro diálogo común, nuestra conversación familiar familiar, incluso en la mesa hogareña. Necesitamos recuperar la “cultura vocacional”. La vocación y las vocaciones debe ser un tema familiar para todos nosotros.
Hace algunas semanas, celebrando la fiesta de Jesús Resucitado Buen Pastor, compartíamos la “Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones”. En esa oportunidad el Santo Padre nos enviaba un mensaje que comenzamos a reflexionar hace dos semanas. Hacíamos algunos subrayados y los compartíamos... Hoy quiero compartir con ustedes otros subrayados de ese mismo mensaje.
El papa Francisco venía hablando de la vocación a la vida: Vivir ya es entrar en diálogo con Dios que llama y nosotros que respondemos viviendo; vivir es, entonces, responder a Dios que nos quiere vivos; vivir en plenitud es responderle a Dios que quiere que vivíamos en plenitud. Después de eso nos dice “a esa gran vocación común se añade la llamada particular que Dios dirige a cada uno de nosotros, alcanzado nuestra existencia con su amor y orientándola a su última meta. Esta es la dinámica de toda vocación. Somos alcanzados por la mirada de Dios que nos llama”.
Allí, el Santo Padre utiliza la imagen de la mirada de Jesús. Recuerda cuando Jesús se encontró con aquel joven que le preguntó: “¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”; el Señor le dice: “cumplí los mandamientos”. Y él responde: “ya lo estoy haciendo”. El evangelista nos cuenta: “Jesús lo miró con ternura, lo miró con amor”, y le dijo: “andá, vendé todo lo que tenés; vení y seguime”. A esa mirada, la mirada de Dios, la mirada de Jesús, se refiere el Santo Padre.
Dice Francisco: “Todos somos alcanzados por la mirada de Dios que nos llama. La vocación no es una experiencia extraordinaria reservada a unos pocos: es para todos; porque Dios nos mira y nos llama a todos. Así mira Dios. En cada uno de nosotros ve potencialidades que incluso nosotros mismos desconocemos, y actúa incansablemente durante toda nuestra vida para que podamos ponerlas al servicio del bien común. De este modo nace la vocación, gracias al arte del ‘Divino Escultor’ –Dios– que con sus manos nos hace salir de nosotros mismos para que se proyecte en nosotros esa obra maestra que estamos llamados a ser”.
El Papa termina diciendo: ”Hermanos y hermanas, dejémonos interpelar por es esa mirada; dejémonos llevar por Él más allá de nosotros mismos”.
Vivamos nuestra vida como un “diálogo vocacional”: Dios nos mira, nos conoce en profundidad y nos llama. Nosotros estamos invitados a responder a esa llamada en nuestra vida.
Que comiencen bien la semana y Dios los bendiga mucho.
Mons. Héctor Zordán - Obispo de Gualeguaychú (videomensaje de esta semana)
Comments