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Mons. Zordán: “María nos enseña a acoger a Jesús en nuestra vida”

La ciudad de Concepción del Uruguay celebró este miércoles 8 de diciembre a su patrona, la Inmaculada Concepción de María.


Con una multitudinaria procesión que recorrió las calles de la ciudad y una misa presidida por el obispo de Gualeguaychú, Mons. Héctor Zordán, el pueblo veneró a la Virgen, congregado bajo el lema “María, enséñanos a caminar juntos”.


Homilía de Mons. Héctor Zordán:

¡Qué lindo volver a encontrarnos para celebrar a la Inmaculada Virgen María así, como lo hacíamos antes de la pandemia, aún respetando los protocolos y prestando atención a todos los cuidados que nos han enseñado…! ¡Cuánto extrañábamos esto! ¡Con cuánta gratitud tenemos que recordar a los que en los momentos duros de la pandemia estuvieron al lado de la gente –a nuestro lado–! Médicos, enfermeros, comerciantes y empleados de comercio, sacerdotes, diáconos, agentes de pastoral, voluntarios de Cáritas y tantos otros… Hoy es el día para expresar cercanía y afecto fraterno a todos los que sufrieron, por cualquier motivo, las consecuencias de la pandemia. ¡Cuánto extrañamos también a los que nos han dejado y han partido…!


Aprovechamos hoy, que la tenemos tan cerca nuestro, y ponemos en su Corazón de madre todo esto que estamos viviendo como consecuencia de la pandemia para que ella, con su ternura materna, nos acaricie y nos ayude a transformarlo en vida que renueva y fortalece…


También este año hemos venido a celebrarla en el marco del Adviento, este tiempo tan lindo y tan fecundo, mientras vamos caminando hacia la fiesta grande de la Navidad, cuando este proceso tendrá su centro y su punto culminante. En esos días celebraremos con alegría desbordante que Dios se hace “Dios con nosotros” en Jesús de Nazaret.


El acontecimiento que nos narra hoy el Evangelio –la anunciación del Ángel a María– marca el comienzo de su Adviento, tiempo de espera, de esperanza, pero sobre todo, tiempo para ir acogiendo el misterio de Dios y la presencia de Jesús en ella y en su vida.

Ella debió hacer ese camino, antes que nadie. Lo tuvo que transitar día a día, paso a paso…


Por eso hoy podemos contemplarla y celebrarla como maestra del Adviento. De ella podemos aprender cómo vivir nuestro Adviento –¡éste!, el de este año– para que la Navidad dé abundantes frutos en nuestra vida de creyentes. Quiero centrar mi atención –y sobre todo mi mirada de discípulo– en el final del relato.


Nos hace presente la última respuesta de María, que marca como un sello todo el acontecimiento. “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho” (Lc 1,38).


Lo primero que nos hace pensar es que María acogió con disponibilidad, con admirable generosidad, incluso con alegría, el misterio de Dios que irrumpía en su vida. El “misterio de Dios” que no es otra cosa que su proyecto, su designio, su sueño; ¡tantas veces muy distinto del nuestro! El proyecto de Dios no en general y como para todos (que es “que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”; ITm 2,4), sino concretamente el sueño de Dios para mí, para mi vida, en medio del entramado de situaciones históricas concretas que me toca vivir cotidianamente.


¡Cuánto nos cuesta encontrar la mano de Dios, su proyecto, su sueño, la irrupción de su presencia, en las situaciones ordinarias de la vida! Hace falta una mirada creyente para poder descubrirlo; hace falta un corazón transformado por la gracia para poder acogerlo y hacerlo parte de mi vida.


Acoger el misterio de Dios requiere de esas cosas: recibirlo, hacerle espacio, darle lugar, dejar que entre en mi vida… Acoger el misterio de Dios necesita de la actitud de María, que “conservaba estas cosas –lo que vivía, lo que le pasaba, lo que no entendía, lo que iba sucediendo…– y las meditaba en su corazón” (Lc 2,19). Necesita de tiempo sereno y prolongado de oración, de lectura y escucha asidua de la Palabra de Dios, de mirada atenta al testimonio de los hermanos, de dejarse acompañar por la mano maternal de la comunidad cristiana.


Con su respuesta creyente –“que se cumpla en mí lo que has dicho” –, María nos enseña también, a acoger a Jesús en nuestra vida. ¡El Adviento es la oportunidad para mí, para vos, para cada uno…! Porque en cada Navidad volvemos a contemplar y celebrar que Él se hace “Dios con nosotros”, Emanuel. Es Dios que viene a quedarse en medio nuestro, a vivir en cada uno y con cada uno de nosotros para ofrecer un sentido siempre más profundo, abrir horizontes nuevos de vida y ofrecer una orientación vital que valga la pena… (cfr DCE 1). Cuando somos capaces de acoger a Jesús, Él nos rescata de la oscuridad y de la sombra –el pecado en todas sus formas, en definitiva–, nos salva, nos hace hijos, hermanos, templo donde Dios vive, hombres y mujeres renovados por la experiencia inigualable del encuentro con Él. Aquí también acogida significa dejarlo entrar, hacerle lugar, hacer que sea importante, hacerlo centro… Y para eso, necesitamos dejarnos encontrar por Él. Él sale a nuestro encuentro en los momentos de oración, en la escucha de la Palabra, en la celebración de los sacramentos (la Eucaristía, la Reconciliación), en el encuentro fraterno con la comunidad cristiana, y muchas veces escondido detrás de aquel que nos pide una mano, una ayuda, y nosotros nos mostramos dispuestos a socorrerlo… Suele salir a nuestro encuentro también en muchísimas otras situaciones de vida –cotidianas, ordinarias, domésticas…– en las que ni pensábamos encontrarlo…


Miremos una vez más a María, la Virgen Inmaculada, la “Anunciada”, la Virgen del Adviento. Ella sigue enseñándonos; sigue haciéndose maestra en nuestro Adviento. Aprendamos de ella a acoger el misterio de Dios que muchas veces irrumpe inesperadamente en nuestra vida; aprendamos a reconocer y a acoger a Jesús, que se hace “Dios con nosotros” en este Niño que nace en Belén.






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1 Comment


Hector Antonio Risso
Hector Antonio Risso
Dec 09, 2021

Muy emotiva la Clausura de las Jornadas de la Patrona de Concepción del Uruguay gracias a todos los sacerdotes que se hicieron presentes más la impresionante llegada de los peregrinos a pedal de Gualeguaychú animados por el P Carlos Stadler

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