Con una procesión alrededor de la plaza San Martín y una misa concelebrada por sacerdotes de la ciudad y presidida por Monseñor Héctor Zordán, la Diócesis de Gualeguaychú veneró este sábado a su patrona, Nuestra Señora del Rosario, una de las advocaciones de más arraigo en la grey católica argentina.
Después de la procesión monseñor Zordán presidió la celebración en la Catedral, donde se refirió al año vocacional, la vocación de María y a la familia en la figura de “la casa”.
Hace exactamente seis meses comenzábamos, en este lugar, el Año Vocacional Diocesano. Lo iniciábamos con una aclamación repetida varias veces: “En tu Palabra, mi vocación” dijo Zordán en el comienzo de la homilía
“El Año Vocacional en el que nos propusimos como objetivo, meta, “recuperar la cultura vocacional”. Cuando le preguntamos al Papa Francisco en qué consiste la cultura vocacional, nos responde lo siguiente: Rezar y trabajar por la fidelidad a la propia vocación; o sea, la vocación es algo de todos, y no sólo de algunos; Crear –en nuestras familias, en nuestras comunidades, en los lugares donde estamos– ambientes donde sea posible escuchar la llamada del Señor; Anunciar “lo vocacional” como Evangelio, buena noticia que llena de alegría y está para ser acogida; y Promover, provocar las diversas vocaciones, particularmente las de especial consagración al servicio de la Iglesia” destacó.
Para Zordán,” hoy, la Palabra de Dios, en el Evangelio, nos presenta el anuncio del Ángel Gabriel a María. Sin lugar a dudas, es un relato vocacional; es el relato de la vocación de María”.
“Por eso, hoy podríamos decir: “en la vocación de María, mi vocación”; podríamos leer nuestra propia vocación en la experiencia vocacional de María, la madre del Salvador” indicó.
Y agregó “en el relato de la Anunciación hay Alguien que conoce, que ama intensamente y que llama. Es Dios. También hay alguien que escucha, se deja amar y responde: María”.
“En ese relato también hay una invitación a ser parte de un proyecto salvador siendo madre del Hijo de Dios que se hace hombre; y hay una acogida de esa invitación que se transforma en una respuesta clara: Sí, “hágase en mí lo que has dicho” sostuvo.
En otro tramo de la reflexión, el obispo dijo que “Hay un detalle importante en el relato de la anunciación a María. El relato comienza diciendo que el Ángel entró en casa de María. ¿Qué significa la casa? Porque además de ser un lugar físico, siempre es un lugar cargado de simbolismo, y termina siendo como una imagen de otra realidad. Y en el lenguaje del Evangelio de San Lucas podemos decir que es un lugar cargado de expresividad”.
“En nuestra experiencia humana, la casa, nuestra casa, es el lugar de la intimidad familiar; el lugar donde no tenemos que cuidarnos porque sabemos que no nos van a jugar una mala pasada; es el lugar para estar descontracturados y andar “de entrecasa”. Para el evangelista San Lucas, la casa es como un lugar sagrado, espacio donde está Dios: para María, la casa fue el lugar del encuentro cara a cara con Dios que la llamaba a ser madre de su Hijo encarnado; para Marta y María, la casa fue el lugar para escuchar al Maestro; para Zaqueo, la casa fue el lugar del encuentro con la misericordia del Salvador; para los primeros discípulos, la casa fue el lugar del encuentro, de la vida compartida en comunidad y de la salida misionera” indicó.
“La casa se transforma en una imagen; imagen del corazón de cada creyente, de cada discípulo; imagen del lugar más íntimo de cada uno” subrayó.
En la parte final de la homilía, Zordán dijo que “vivir la vida como vocación exige entrar en mi casa, en lo más íntimo de mí mismo, y dejar entrar a Jesús allí, encontrarme con Él, escucharlo, dejarme transformar por su presencia”.
“La Palabra de Dios hoy es una invitación a dejar entrar a Jesús en “mi casa”: abrirle la puerta; prepararle un lugar; disponernos a estar con Él; dejarnos encontrar y escucharlo” concluyó.
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