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Importante paso de cuatro seminaristas

Cuatro seminaristas que se forman para ser sacerdotes en el Seminario María Madre de la Iglesia de Gualeguaychú darán un importante paso en su camino de discernimiento vocacional.


El lunes 22 de noviembre recibirá el ministerio del acolitado el seminarista Maximiliano Vanerio y el ministerio del lectorado el seminarista Nicolás Rodríguez. La misa se realizará en la Capilla del Seminario a las 11.00 hs y será presidida por Mons. Héctor Zordán.


Por otra parte el viernes 3 de diciembre a las 20.00 hs. en la capilla del Seminario serán admitidos a las sagradas órdenes Juan Pablo Martinolich y Juan Pablo Grané.


Lectorado y Acolitado


El lectorado es el primer ministerio recibido en el camino al orden sagrado. La función del lector es leer la Palabra de Dios en las celebraciones litúrgicas y acercarla y difundirla a todos los fieles para su respuesta en la fe .


Por su parte, el acolitado es el último de los ministerios que se recibe, antes de la ordenación diaconal y funciones de un acólito: cuidar del servicio del altar, ayudar al diácono y al sacerdote en las acciones litúrgicas, especialmente en la celebración de la Misa, distribuir la sagrada comunión como ministro extraordinario de la eucaristía, según las condiciones que más adelante se verán en el artículo de ministro extraordinario de la Eucaristía.


En idénticas condiciones podrá exponer públicamente el Santísimo Sacramento de la Eucaristía a la adoración de los fieles y podrá luego reservarlo, pero no puede dar la bendición. Puede además instruir a los fieles que ayudan en las acciones litúrgicas como son las de llevar el Misal, la cruz, los cirios u otras funciones similares.


La Admisión a las Sagradas Órdenes


La admisión a las Sagradas Órdenes constituye un paso hacia la ordenación. La misma «se realiza cuando consta que el propósito de los aspirantes, apoyado en las cualidades necesarias, ha alcanzado suficiente madurez».


Con el rito de admisión, el candidato al sacerdocio expresa públicamente su propósito de continuar formándose para servir a Cristo y a la Iglesia. Esta, en la persona del obispo o un sacerdote delegado por él, acepta este propósito y lo bendice.



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